Haciendo trote aeróbico por las instalaciones del popularmente llamado Complejo Polideportivo he observado que los edificios en su mayoría lucen despintados y las barandas de las pasarelas descascaradas o cubiertas de óxido.

La línea amarilla que demarca el circuito aeróbico por momentos se borra o desaparece. Los carteles que alguna vez indicaron algo, solo muestran restos de pintura mezclada con los garabatos de las inefables tribus urbanas. Fue en vano buscar una canilla, un lugar al servicio del deportista o el paseante. Lo mismo para un teléfono público que funcione. Las marquesinas y refugios sobre la avenida están deteriorados. Solo una zona abierta para ejercicios de elongación y musculación escapa al clima general. El contraste generó una pregunta tan recurrente como ociosa: ¿Por qué no podría estar todo lo demás como este amable lugar? Lo que hace años fue una obra incomparable, parece ir camino a la ruina. Se impone pues poner manos a la obra.

Ataulfo Relmu

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