Acabo de llegar muy indignada de mi trabajo – y es prácticamente un milagro, porque casi me atropellan en la parada del colectivo. En la esquina de Güemes y Roca, parada de la línea 591, bajé al espacio reservado para tomar el colectivo (sí, esas líneas amarillas que prácticamente ya no se ven), a ver si lo veía venir, y un tipo (porque realmente no se le puede llamar hombre) me tiró el auto encima para estacionar en la parada (lo cual obviamente está prohibido). Lo miré, le hice señas, y me tuve que correr porque avanzó como si nada. Y no sólo eso. Luego retrocedió y, al ver que no me corría y le seguía haciendo señas, tocó bocina y siguió retrocediendo. O sea, que si no me corría, tenía toda la intención de pisarme. Cuando bajó, le grité: “¡ES UNA PARADA ESTO! ¿Qué pensabas, pisarme?”.
Casi sin mirarme, señaló el espacio de 50 cm de parada que quedaba delante de su auto, y dijo con bastante desprecio “Pará ahí”. Estoy harta, totalmente harta de tener que estar buscando un hueco entre los autos (que además, incluso ahí paran en doble fila) para poder subirme al colectivo o, como mínimo, hacerle señas de alguna manera al chofer para que me vea. Harta de sentirme atropellada. El único control que piensan hacer, ¿es el de alcoholemia?
La patente del asesino en potencia terminaba en 013. Cuidado si se lo cruzan!
Florencia Díaz
DNI 31821597
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