Caza mayor

Hoy fui a comer a uno de los restaurantes del centro comercial puerto, el más famoso de todos. No quiero decir nada sobre la atención y la comida porque fue excelente, creo que salí del establecimiento con dos o tres kilos de sobrepeso. Pero lamentablemente cuando subí al baño me encontré con una sorpresa horrible, en una pared hay colgados numerosos cuadros con fotos de quienes supongo serán los dueños del restaurant, posando con poderosas armas largas y a su lado, animales muertos, fotos tomadas probablemente en África.

Pero esto no es nada, a la vuelta tuve que ver la otra pared y ahí lucen las cabezas embalsamadas de antílopes, jabalíes, y otros animales, todos los cuales figuran en las listas de animales grandes en vías de extinción. Uno podría decir que mientras esta gente atiende correctamente su comercio, que se gaste la plata en lo que quiera, pero no es así, porque mal que les pese, ese establecimiento, como dije, el más popular del centro comercial puerto, es también una postal de Mar del Plata.

Y hoy, con todo lo que ha avanzado el pensamiento ecologista, que incluso llegó a la clausura de comercios que venden abrigos de piel animal, mientras hay militantes de diversas organizaciones que se juegan la vida en el combate contra la caza de ballenas, no se puede permitir que esta gente luzca públicamente su condición de asesinos de animales exóticos. Tener que matar animales para la subsistencia de la especie humana ya es una desgracia de la que no se puede escapar. Pero matar animales por diversión... a mi personalmente me parece que es un delito mucho mas repugnante que matar seres humanos. Prácticamente ya no quedan en el mundo animales en estado salvaje, los seres humanos, llenamos todo este planetita que nos tocó en suerte con edificios, autopistas y enormes ciudades, en su mayoría pobres, feas, mal construidas, sucias y contaminadas.

Tal vez mi pensamiento no es compartido en este extremo, pero aun así, creo que todos deben estar de acuerdo en que comer con esas cabezas ahí colgadas, almorzar o cenar bajo la mirada de esos impávidos ojos inocentes clamando por su vida, es de pésimo gusto. No creo que corresponda que el establecimiento sea clausurado por la municipalidad, lo que me parece es que se debe aplicar una condena moral. Si el Intendente o algún colaborador leyera esto, tal vez no estaría mal una llamada telefónica al Restaurant para que saquen esas cabezas de animales muertos del local.

Alberto Subiela